El profesor ideal o el buen actor
María José Richter
¿Qué es ser un profesor o una profesora ideal? Quizás
podemos responder esta pregunta con una serie de adjetivos y dichos convencionales,
por ejemplo: “un buen profesor es estricto, pero no mucho”, “amigable,
pero hasta ahí”, “divertido, pero cuidado parezca un payaso”, “firme,
pero ojo con el miedo”, etc. Estas frases cotidianas en la vida de un maestro
nos revelan una inconsistencia y una ambigüedad muy fuerte a la hora de describir
al profesor y a la profesora. Y es que, en realidad, ¿a ojos de quién somos
ideales? Depende si nos mira el alumno, si nos observa un colega, si nos evalúa
un jefe, o si nos critica un padre de familia. Entonces, ¿qué profesor hay que ser?
Y, sobre todo, ¿ante quién debemos actuar?
Sí, convengamos que enseñar es actuar. Estructuralmente estamos
parados ante un público, haciendo mímicas, elevando o bajando el tono de la
voz, de vez en cuando haciendo reír a quienes tenemos delante, otras veces
tratando de ser más sentimentales, estamos manejando el lenguaje corporal, etc.
Actuar, etimológicamente, es: “mover”, “hacer”, “realizar actividades”. Actor, en
ese sentido, es quien interpreta aquellas acciones. Por lo tanto, en este pacto
está la respuesta a las anteriores preguntas: debemos ser el actor que agrada a
sus espectadores. Y tanto un buen actor como un buen profesor deberían
preguntarse cada vez que están parados al frente de su público lo siguiente: ¿cómo
llegar mejor a quien nos mira? ¿cómo hacer que comprendan lo que decimos?
Ahora bien, podemos profundizar aún más en el perfil del
profesor. Facilitador es otra palabra que complementa las características de un
buen maestro. El profesor debe ser aquel que hace más sencillo el aprendizaje,
por un lado. Por otro, maestro es aquel que proporciona el contenido y las
formas para que el alumno alcance los objetivos de aprendizaje. ¿Cómo se logra
esto? De la misma manera que un buen actor logra llegar a su público:
investigando su obra e indagando en su cliente. Un profesor debe ser un estudioso,
un investigador. Debe, pues, conocer los intereses de sus espectadores, debe
estar relacionado con las nuevas tendencias sociales, tecnológicas, culturales,
etc., debe conocer los últimos estudios sobre enseñanza y aprendizaje. Con todo
este bagaje, actor y profesor sabrán cómo posicionarse en el escenario para llegar
de la mejor manera posible a su auditorio.
Me gusto mucho Maria Jose.
ResponderEliminarA mí también. La comparación entre las relaciones actor-público y profesor-estudiantes está muy justificada; y en mi experiencia personal, la metáfora deja de serlo, siempre he creído aue los profesores somos un poco comediantes y necesitamos el aplauso y el amor de nuestro público...
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